martes, 28 de diciembre de 2010

un Abismo llama a otro abismo...

Un abismo llama a otro abismo (Salmo 42, 8)

Hay un corazón abierto del que sigue brotando un manantial de amor…y me está llamando.
La dignidad pareciera ser un tema jurídico, un tema de derechos, de no permitir que nos humillen, que nos pasen por encima, que nos maltraten… Pero hay un corazón abierto del que sigue brotando un manantial de amor…
Y la dignidad está bien: no debemos dejar –por nosotros y por los más débiles que nosotros- que nos quieran convertir en cosas, en mercancías, en esclavos (económicos, afectivos, sexuales, de la tecnología, del comercio, de la ciencia o la razón); Pero hay un corazón abierto del que sigue brotando un manantial de amor…
Nosotros no debemos permitir que nos roben la dignidad. Y sin embargo Jesús fue golpeado, difamado, escupido, pateado, humillado, burlado, torturado, finalmente clavado a la Cruz. ¿Cuál es la dignidad de Jesús, y la que nos ofrece a nosotros? Porque dice Juan “a todos los que creen en su Nombre, les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios” (Juan 1.12).
Un abismo llama a otro abismo: de la profundidad del Corazón de Jesús, de donde brota un manantial de amor que no se agota nunca, nos viene la llamada a ser otro abismo de amor. Podemos responderle, porque fuimos creados a Su imagen y semejanza, es decir, llenos de amor, inteligencia, eternamente buenos. Tenemos con qué responderle: nadie nos puede robar la dignidad de seguir amando en las peores circunstancias, de seguir uniéndonos al corazón abierto y de poder decir: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”. Esa es la dignidad de los Hijos de Dios que nos enseña Jesús, la marca de realeza; no el deseo de dominar, de ser admirados, respetados, considerados, halagados, sino el deseo y la posibilidad inquebrantable de servir a los demás, de ponernos a disposición, de no guardarnos nada y no reclamar nada, porque de la fuente del Amor que nunca se agota nos sigue llegando el Agua de la Vida, porque hay un corazón abierto del que sigue brotando un manantial de amor…

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