viernes, 25 de enero de 2013

FLOR Y FRUTO

mi último cuadro-"Flor y fruto"

sábado, 2 de abril de 2011

llena de gracia


¡Dios te saluda, María!, estás llena de gracia, porque el Señor está contigo.
Bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús...

lunes, 7 de marzo de 2011

Llama de Amor Viva


¡Oh llama de amor viva,
que tiernamente hieres
de mi alma en el más profundo centro!
pues ya no eres esquiva,
acaba ya si quieres;
rompe la tela de este dulce encuentro.

¡Oh cauterio suave!

¡Oh regalada llaga!
¡Oh mano blanda! ¡Oh toque delicado,
que a vida eterna sabe
y toda deuda paga!,
matando muerte en vida la has trocado.

¡Oh lámparas de fuego
en cuyos resplandores
las profundas cavernas del sentido
que estaba oscuro y ciego
con extraños primores
calor y luz dan junto a su querido!

¡Cuán manso y amoroso
recuerdas en mi seno
donde secretamente solo moras
y en tu aspirar sabroso
de bien y gloria lleno
cuán delicadamente me enamoras!

miércoles, 2 de marzo de 2011

mariposa


Cada día viene una mariposa a mi patio. revolotea, se para, sigue.
sus alas son anaranjadas y negras por fuera, y blanco nacarado por dentro. El creador de las mariposas no escatima en lujos para algo tan efímero.
Cada vez que la veo recuerdo la resurrección: es posible que lo que está muerto reviva, que lo débil se fortalezca, que nuestro amor crezca, que un gusano se convierta en mariposa...
Cada día, todos los días...

sábado, 19 de febrero de 2011

martes, 11 de enero de 2011

El habla de los ángeles, del Libro del Cielo y el Infierno de E. Swedenborg


27
EL HABLA DE LOS ÁNGELES

234. Los ángeles hablan entre sí exactamente como los hombres en el mundo, y, como
estos, hablan de varias cosas; de asuntos domésticos, de asuntos del estado civil, de
asuntos de la vida moral y de asuntos de la vida espiritual; no hay diferencia con
excepción de que los ángeles entre sí hablan con mas inteligencia que los hombres,
puesto que hablan desde un pensamiento más interior; a menudo me ha sido dado estar
junto con ellos y hablar con ellos como amigo con amigo, y a veces como un
desconocido con un desconocido, y puesto que entonces me he hallado en igual estado
que ellos no he sabido sino que hablaba con hombres en la tierra.
235. El hablar con los ángeles se verifica en forma de palabras como el hablar humano, se
pronuncia también tan audiblemente y se oye tan claramente como esté porque ellos
también tienen boca, lengua y oídos, y tienen asimismo, una atmósfera, en la cual el
sonido de su habla se articula, pero es una atmósfera espiritual, adaptada a los ángeles,
que son espirituales; los ángeles respiran en su atmósfera como los hombres en la suya y
pronuncian las palabras mediante la respiración.
236. Todos en el cielo tienen un solo idioma, todos se entienden, no importa de que
sociedad sean, de una sociedad vecina o de una sociedad lejana. Allí la lengua no se
aprende; sino que está implantada en cada uno, porque emana de la inclinación misma y
de su pensamiento; el timbre de su voz corresponde a su inclinación, y la articulación del
sonido, o sea las palabras, corresponden a las ideas del pensamiento que vienen de la
inclinación, y puesto que el habla corresponde a estas, es ella también espiritual, porque
es la inclinación transformada en sonido y el pensamiento en habla. El que reflexiona
puede saber que todo pensamiento viene de la inclinación que pertenece al amor, y que
las ideas del pensamiento son las diversas formas en las que se halla distribuida la
inclinación común, porque sin inclinación no hay absolutamente ningún pensamiento y
ninguna idea; su alma y su vida vienen de ella. Por esta razón los ángeles conocen la
calidad de otro por el mero hablar: por el sonido, la calidad de su inclinación, por la
articulación del sonido, o sea por las palabras, la calidad de su mente. Los ángeles más
sabios conocen por una sola frase cual es la inclinación predominante, porque en esta
fijan su atención con preferencia. Conocido es que cada uno tiene varias inclinaciones;
una cuando se halla en alegría, otra cuando en tristeza, otra cuando en clemencia y
misericordia, otra cuando se halla en sinceridad y verdad, otra cuando está en amor y en
caridad, otra cuando se halla celoso e iracundo, otra cuando intenta simular y engañar,
otra cuando aspira a honores y gloria, y así en adelante. Pero la inclinación, o sea el amor
dominante, se halla en todas ellas, por lo cual los ángeles más sabios, puesto que perciben
esto, conocen por el habla completamente el estado del otro. Por mucha experiencia he
llegado a saber que es así; he oído a ángeles revelar la vida de otro, sencillamente
mediante el haberle escuchado; han dicho también que conocen cuantas cosas hay en la
vida de otro por medio de algunas ideas de su pensamiento, puesto que por estas conocen
su amor predominante, en el cual todo se halla por su orden, y que el libro de vida del
hombre no es otra cosa.
237. La lengua angélica nada tiene de común con las lenguas humanas, con excepción de
algunas palabras, que suenan de cierta inclinación; sin embargo no con las palabras
mismas sino con el sonido de ellas, sobre cuyo particular se dirá algo en lo que sigue.
Que la lengua angélica nada de común tiene con las lenguas humanas es evidente por esto
de que a los ángeles es imposible pronunciar una sola palabra de la lengua humana; han
probado pero no han podido, porque no pueden pronunciar más que lo que concuerda con
su inclinación; lo que no concuerda repugna a su vida misma, porque la vida es de la
inclinación, y de esta viene su hablar. Se me ha dicho que la primera lengua de los
hombres en la tierra concordaba, porque la tenían del cielo; y que la lengua hebrea
concuerda con algunas cosas.
238. Puesto que el hablar de los ángeles corresponde a sus inclinaciones que son del
amor, y que el amor en el cielo es amor al Señor, y amor al prójimo (véase arriba, n. 13-
19), es evidente cuan hermoso y grato es su hablar, porque no afecta tan sólo a los oídos,
sino también al interior de la mente de los que oyen. Hubo cierto espíritu, duro de
corazón, con el cual habló un ángel; se afectó tanto, al fin, por el hablar de este, que
vertió lágrimas; dijo que no podía resistir, puesto que era el amor mismo hablando y que
jamás antes había vertido lágrimas.
239. El hablar de los ángeles está asimismo lleno de sabiduría, puesto que procede de su
pensamiento interior, y su pensamiento interior es sabiduría, así como su inclinación
interior es amor; su amor y sabiduría se reúnen en el hablar; de ahí que este es tan lleno
de sabiduría que pueden expresar con una sola palabra lo que el hombre no puede con mil
palabras, al par que las ideas de su pensamiento envuelven cosas que el hombre no puede
concebir, mucho menos pronunciar; por esto es que las cosas que se han oído y visto en el
cielo se llaman indecibles, cuales nunca oído escuchó ni ojo vio. Que así es me ha sido
dado saber también por experiencia. Algunas veces he sido introducido en el estado en el
cual se hallan los ángeles, y en este estado he hablado con ellos, comprendiendo entonces
todo; pero al ser reintroducido en mi anterior estado, y por consiguiente en mi
pensamiento natural, propio del hombre, queriendo entonces recordar lo que había oído,
no he podido; porque había mil cosas que no se adaptaban a las ideas del pensamiento
natural; eran por consiguiente indecibles, no siendo en las variaciones de la luz celestial;
por lo tanto de ninguna manera podían interpretarse con palabras humanas. Las ideas del
pensamiento de los ángeles, de las cuales vienen sus palabras, son en efecto
modificaciones de la luz del cielo, y las inclinaciones, de las cuales viene el sonido de las
palabras, son modificaciones del calor del cielo, siendo así que la luz del cielo es la
Divina verdad, o sea la sabiduría, y el calor del cielo es el Divino bien, o sea el amor
(véase arriba, n. 126-140); y del Divino amor tienen los ángeles la inclinación, y de la
Divina sabiduría tienen el pensamiento.
240. Puesto que el hablar de los ángeles procede directamente de su inclinación, siendo,
como arriba, n. 236, queda dicho, las ideas del pensamiento, las diversas formas en las
cuales se halla distribuida la inclinación común, pueden los ángeles en un minuto
expresar lo que el hombre no puede expresar en una media hora, y asimismo pueden con
unas pocas palabras exponer lo que por escrito ocuparía varias páginas: esto me consta
también por mucha experiencia. Las ideas del pensamiento de los ángeles y las palabras
de su habla forman uno, como la causa enciente y el efecto; porque en las palabras se
presenta en efecto lo que en las ideas del pensamiento se halla como causa: de ahí que
cada una de las palabras encierra en sí tantas cosas. Los detalles del pensamiento y por
consiguiente los detalles del hablar de los ángeles, al ser expuestos a la vista, aparecen
efectivamente como una tenue onda, o atmósfera, que flota alrededor, en la cual hay
innumerables cosas por su orden, las cuales proceden de su sabiduría y entran en el
pensamiento de otro, afectándole. Las ideas del pensamiento de cada uno, tanto las del
ángel cuanto las del hombre, son presentadas a la vista en la luz del cielo cuando al Señor
place.
241. Los ángeles que están en el reino celestial del Señor hablan de igual manera que los
ángeles que están en el reino espiritual del Señor, pero los ángeles celestiales hablan
desde un pensamiento más interior que los ángeles espirituales y puesto que los ángeles
celestiales están en el bien del amor al Señor, hablan por sabiduría, y los ángeles
espirituales, puesto que están en el bien del amor al prójimo, que en su esencia es verdad
(n. 215), hablan por inteligencia, porque del bien viene la sabiduría, y de la verdad la
inteligencia; por esto el hablar de los ángeles celestiales es como un río tranquilo, suave y
por así decir continuo; pero el hablar de los ángeles espirituales tiene algo de vibrante y
desigual: el hablar de los ángeles celestiales suena también mucho de las vocales u y o, y
el hablar de los ángeles espirituales de las vocales e é i, porque las vocales exprimen el
sonido y en el sonido está la inclinación, según arriba (n. 236) se ha dicho, o sea que el
sonido del habla de los ángeles corresponde a la inclinación y la articulación del sonido,
es decir, las palabras corresponden a las ideas del pensamiento que vienen de la
inclinación. Puesto que las vocales no pertenecen al idioma sino a la elevación de las
palabras, mediante el sonido, a diferentes inclinaciones según el estado de cada uno,
sucede que las vocales en el idioma hebreo no son definidas, y se pronuncian de varias
maneras. Es por esta razón que los ángeles conocen como son los hombres, con respecto
a la inclinación y al amor. El hablar de los ángeles celestiales carece también de
consonantes duros, y rara vez corre de consonante en consonante, sin intercalar una
palabra que empieza con vocal; de ahí que en el Verbo se halla intercalada tan a menudo
la pequeña voz "y," de lo cual pueden convencerse los que leen el Verbo en el idioma
hebreo, en el cual esta pequeña voz es suave, principiando y terminando con vocal. Por
las voces del Verbo en aquel idioma puede hasta cierto punto saberse si pertenecen a la
clase celestial o a la clase espiritual; es decir, si encierran en sí el bien o la verdad; las que
encierran el bien tienen mucho de u y de o y también de a; y las que encierran la verdad
tienen mucho de “e” y de “i”. Puesto que las inclinaciones se expresan principalmente
mediante los sonidos, sucede que en los discursos de los hombres sobre temas sublimes,
tales como el cielo y Dios, son predilectas las palabras que contienen u y o. Hasta las
notas musicales se revisten de estas vocales cuando se trata de expresar tales cosas. Otra
cosa sucede cuando se trata de cosas no sublimes. Así es, que mediante el arte de la
música puede expresarse inclinaciones de varias clases.
242. En el hablar de los ángeles hay cierto acento armonioso, indescriptible. Este acento
viene de que los pensamientos y las inclinaciones, de los cuales procede el habla, se
difunden y extienden según la forma del cielo y según la forma del cielo se hallan todos
asociados y se verifica toda comunicación. Que los ángeles se hallan asociados según la
forma del cielo y que sus pensamientos e inclinaciones se extienden según ella, se puede
ver arriba (n. 200-212).
243. Un idioma como el que hay en el mundo espiritual se halla implantado en cada
hombre, en la parte interior de su pensamiento; pero puesto que esta lengua no cae en
palabras análogas a las inclinaciones, como en los ángeles, el hombre ignora que la posee
en sí. Es, sin embargo, por esto que el hombre, al entrar en la otra vida, se halla en igual
idioma que los espíritus y los ángeles allí, y que así sabe hablar sin ser enseñado. Pero
sobre este particular se dirá más luego.
244. El idioma es único para todo el cielo, como se ha dicho más arriba, con la
particularidad, sin embargo, de que el habla de los sabios es interior y más llena de
modificaciones de las inclinaciones y de las ideas de los pensamientos; mientras que el
habla de los menos sabios es exterior y no tan llena, y el habla de los simples aún más
exterior, y por eso formada de palabras de las cuales se ha de sacar el sentido, como
cuando los hombres hablan entre sí. Hay también un hablar por el rostro, terminando con
sonido, modificado mediante las ideas; existe asimismo un hablar en el cual se hallan
cosas representativas del cielo, mezcladas con ideas, y mediante las ideas presentadas
visibles. También hay un hablar mediante gestos que corresponden a las inclinaciones y
expresan iguales cosas que las palabras de estas. Existe un hablar mediante las cosas
comunes de las inclinaciones y las cosas comunes de los pensamientos, hay un hablar
tonante; y además otros.
245. El idioma de los espíritus malos e infernales les es, también connatural, puesto que
viene de las inclinaciones, pero consiste de inclinaciones malas y por ello de ideas sucias,
que los ángeles aborrecen en lo sumo. Los modos de hablar del infierno son por
consiguiente opuestos a los del cielo, por lo cual los malos no pueden sufrir el hablar
angelical, ni los ángeles el hablar infernal; el hablar infernal es para los ángeles como un
mal olor que hiere la nariz. El hablar de los hipócritas, que son los que pueden imitar a
los ángeles de la luz, es parecido al hablar de los ángeles, en cuanto a las voces, pero en
cuanto a las inclinaciones, y por consiguiente a las ideas del pensamiento, es
completamente opuesto, por lo cual este hablar, al ser percibido tal como es en su
interior, lo cual sucede cuando lo oyen los ángeles sabios, suena como el crujir de
dientes, e infunde horror.

domingo, 9 de enero de 2011

agradecimientos



a Eduardo Graham, por los sacramentos.
a Ariel Jaquin, por el sacramento.
y por el espacio, el tiempo, las palabras, el silencio, la presencia y la ausencia.
y por devolverme a mí misma...